La
incondicional esposa del tesorero encarcelado por delito fiscal, en su primera
comparecencia ante el tribunal, luce el famoso planchado “Rachel” que el
peluquero de la actriz Jennifer Aniston modernizó en la serie “Friends”, al
añadir al liso ahuecado tradicional un desfilado redondeado bajo la barbilla.
No se inmutó por ello el juez instructor de su caso, sino que, inmune a su
respetabilidad y poderío estético, le impuso una fianza de seis millones de
euros. Pero no se inquieten por ello las señoras de nuestro auditorio, pues ya
los abogados de la pareja buscan incansables por Madrid jueces y fiscales más afines al matrimonio y más susceptibles a
los encantos de la mujer casada española. Concretamente, nuestro ex ministro de
Defensa y traductor de Shakespeare, ha encontrado un fiscal amigable que oye
como él, misa diaria antes de despachar sus asuntos. Desconocemos si Kafka
hubiese considerado incluir al planchado “Rachel” entre las características de
K, protagonista de El Proceso. Quizás sí, dada su reconocida tendencia al humor
negro. Mas, al contrario que en el desgraciado final de su novela, muy pronto
veremos salir de la prisión al financiero y a su propia, libres como pájaros
por prescripción del delito y, bien tumbados al sol de las Barbados, bien
sentados en las mesas de bacarrá del casino montecarlino, disfrutar de sus
cuentas corrientes desembargadas o de otras de similar cuantía aportadas por
sus ex compañeros de partido, por mor de los servicios prestados o de otros
ocultados.
Cristina Morano
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